PARA CONOCER MÁS EN PROFUNDIDAD LA ESPIRITUALIDAD CEFERINIANA Carta de los OBISPOS DE LA REGIÓN PATAGONIA-COMAHUE A fines de julio los obispos de la patagonia publicaron esta carta sobre la beatificación de Ceferino Namuncurá. A todos los hombres y mujeres de nuestra Patria Argentina: Con inmenso júbilo hemos recibido el anuncio que el Papa Benedicto XVI aprobó el dictamen de la Congregación de la Causa de los Santos declarando la aceptación del milagro obtenido por la intercesión del Venerable CEFERINO NAMUNCURÁ, dejando así abierto el camino para su Beatificación. La solemne celebración de la Beatificación se llevará a cabo en la localidad de Chimpay (Río Negro – Patagonia Argentina), cuna de Ceferino, el próximo domingo 11 de noviembre, a las 11,00 horas, en la Misa presidida por el Legado del Papa Benedicto XVI, acompañado por numerosos Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y por todos los que desean sumarse para festejar, desde la fe, este trascendente acontecimiento para todo el pueblo de nuestra Patria. 1- Motivo de esta Carta Con ocasión del Centenario de la muerte de Ceferino (11 de mayo del 2005) Escribimos una Carta a los habitantes de la Región Patagonia-Comahue, cuyos principales conceptos queremos ahora volver a compartir, en el deseo que este acontecimiento renueve nuestro compromiso por seguir el camino de santidad que recorrió Ceferino y nos ayude a conocer más el paso de Dios por nuestra historia. Creemos, con mucha humildad, que nos sentimos particularmente queridos por nuestro Padre Dios. En esta tierra patagónica, pobre de población y de estructuras, en una tierra que, en el decir popular, muchas veces fue llamada maldita, Dios quiso suscitar frutos de santidad. En estos pocos años de evangelización, la Iglesia ha declarado beatos a Laura Vicuña; adolescente que vivió y murió en Junín de los Andes hace poco más de cien años, a Artémides Zatti, salesiano enfermero que vivió y murió en Viedma; y ahora a Ceferino Namuncurá. Es nuestro más ferviente deseo que esta beatificación renueve en nuestra Patria la adhesión al don de la fe cristiana, tomando en serio el Evangelio, como lo hizo Ceferino. Que, particularmente los cristianos, renovemos el compromiso por una santidad que asuma con realismo la causa de la unidad entre los argentinos, prestando atención especialmente a todos y cada uno de los pobres y excluidos, que deben ser los primeros en formar parte de la Argentina que queremos. 2- En el camino de la Evangelización El nacimiento de la Iglesia en la Patagonia Se abrieron canales de riego para convertir en valle fértil las tierras asoladas por el viento. Se trazaron caminos, se construyeron iglesias. La evangelización de esta tierra patagónica es una verdadera epopeya de creación y de crecimiento de las comunidades cristianas. Evangelización no exenta de dificultades y errores. Acción misionera que más allá de sus límites buscó aprender a caminar con los pobres y con el pueblo mapuche, como lo atestigua la historia de tantos varones y mujeres que a lo largo y ancho de nuestro vasto territorio han trabajado y entregado su vida silenciosamente. Evangelización que quiere también hoy asumir el pedido de Juan Pablo II en su visita a nuestra tierra: “Que nadie se sienta tranquilo mientras haya en vuestra patria un hombre, una mujer, un niño, un anciano, un enfermo, ¡un hijo de Dios! cuya dignidad humana y cristiana no sea respetada y amada” (Viedma 1987). 3- La Tierra y su Gente La tierra de Ceferino es la Patagonia, vasta planicie surcada por anchos y caudalosos ríos. Tierra demasiado ancha y extensa para ser considerada como un todo indiferenciado. La Patagonia, nuestra tierra, que es la tierra de Ceferino Namuncurá, sigue siendo, también hoy, ámbito de contradicciones, donde la luz debe disipar a las tinieblas, porque el corazón del hombre no sabe muchas veces qué partido tomar. Toda la vida de Ceferino estuvo marcada por su origen. Pertenecía a uno de los pueblos originarios de nuestra América Latina. Era miembro de los que se reconocen como “mapuches”, “gente de la tierra”, de los que tienen la tierra como madre, una madre que no se puede manipular en perjuicio de algunos de sus hijos, sino que hay que respetar y cuidar amorosamente. Este es el suelo que nutrió sus raíces y en el que se fue fraguando su fuerte personalidad. Pero ésta es también la tierra que con avidez los “blancos” hemos dividido, vendido y queremos seguir dominando, sin escrúpulos. La tierra que está surcada por millares de kilómetros de alambrados, la tierra que está perforada para extraer la riqueza del gas y del petróleo o corre el riesgo de ser contaminada para sacar los minerales. De los once años y medio que vivió Ceferino en esta misma Patagonia, en la que vivimos nosotros, muchas cosas han cambiado ciertamente, pero todavía quedan muchas de sus bellezas, de su silencio, de sus vientos, de la posibilidad de vivir una relación verdadera y efectiva con la naturaleza y con las personas que viven aquí.
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